MENOS DE 200G DIARIOS
INSUFICIENTE:
Al contrario de lo que se pueda creer, merece la pena medir
la ingesta de pollo. Si eres un tipo medio, de unos 76 kg, necesitas al menos
200g cada día. Si no lo tomas, te arriesgas a pasar el día lento e
improductivo.
200g de pollo aportan la cantidad diaria recomendada (CDR)
de proteína: 0,8 g por kilo de peso corporal.
450-550G DIARIOS
SUFICIENTE:
En esta ocasión, como en otras, llevar las manos a la
pechuga puede ser buena idea. Son más magras que los muslos: 100g de pechuga
aportan 30g de proteínas, con sólo 1g de grasa. Si lo comparamos, por una
ración similar, un filete de carne aporta 15g de grasas saturadas fatales para
las arterias.
El pollo es un claro vencedor. Pero para mejorar los
resultados, quítale la piel antes de comerlo. La grasa saturada adicional que
contiene la piel eleva tu nivel de colesterol, responsable del 27% de las enfermedades
coronarias
MÁS DE 550G DIARIOS
DEMASIADO:
Si vives exclusivamente de pollo estarás arriesgándote a
perder otros beneficios nutricionales.
Es de vital importancia no dejar de lado
otros recursos proteicos como el pescado, los huevos y la carne roja magra, que
aportan cantidades necesarias de hierro (bueno para el sistema inmunológico) y
B12 (importante para el metabolismo energético).
El exceso de pollo sólo te servirá para tirar tu dinero por el inodoro. El cuerpo tiene un límite en cuánta proteína es capaz de asimilar. Si comes demasiada, lo excretarás como producto de desecho. Así que asegúrate de comer la cantidad correcta para mantenerte al máximo.
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