Seria como
la de los filósofos griegos, o desaliñada como la de los beatniks: la barba,
desaparecida durante décadas, está de nuevo de moda en Francia. En la tapa de
la revista Têtu de julio-agosto, dos hombres con las barbas perfectamente
cuidadas se abrazan.
En el desfile de la casa de moda
francesa Maison Martin Margiela, en junio, varios hombres ostentaban con
orgullo pobladas barbas, entre ellas algunas rojizas, como las de los vikingos.
También el talentoso creador
brasileño Gustavo Lins escogió a un hombre con una barba tupida para presentar
algunas de las elegantes prendas que propuso en la Semana de la Moda Masculina
de París. Y la marca Zadig et Voltaire escogió para su última campaña de
publicidad a un joven barbudo en moto.
No hay más que hojear una revista
para ver a actores, productores y directores de Hollywood, como George Clooney,
Ben Affleck y Brad Pitt, o a exestrellas del fútbol como David Beckam, lucir
barbas que les sientan muy bien y acentúan su virilidad.
El fenómeno de las barbas apareció
hace menos de dos años entre "los franceses que siguen e imponen las
tendencias en la moda", explicó a la AFP Laurent Cotta, historiadora de
moda. La moda de la barba "es cíclica", resaltó la experta,
recordando que la barba data de la antigüedad, cuando los filósofos griegos
ostentaban floridas barbas. Pero la barba como símbolo de "virilidad
guerrera" remonta al rey francés Francisco I (1515-1547), que se dejó
crecer vellos faciales para disimular una cicatriz en el mentón, recordó.
A mediados del siglo XX, cuando ya no
estaba de moda en los círculos de poder, "la barba reapareció con los
beatniks", que querían poner en evidencia su menosprecio por el mundo de
las apariencias, observó Cotta. "El vello facial masculino es un signo de rebelión.
Jesucristo es considerado por algunos como el primer hippie", comentó.
El fenómeno desapareció, hasta que la
barba de dos a tres días triunfó en la década del 90.
"Es mucho más fácil usar barba
si se trabaja en sectores artísticos y culturales que si se trabaja en un banco
o en una oficina", señaló la historiadora.
Antoine Ettori, diseñador gráfico de
28 años, se dejó crecer la barba hace un par de años. "No soy el único en
mi profesión", dijo, expresando que las barbas son bien vistas en este
sector.
"Exige más cuidados y
mantenimiento que si me afeitara, porque la recorto regularmente, casi una vez
al día, para no dar un aspecto desaliñado. Y mi barbero la cuida muy
bien", explicó.
La francesa Sarah Daniel-Hamizi abrió
hace diez años su salón "La barbera de París", en el barrio nueve de
la capital. "Mi clientela es cada vez más numerosa (...)", afirmó,
señalando que los más asiduos vienen a acicalarse una vez por semana.
¿Quiénes son sus clientes?, le
preguntó la AFP. "Homosexuales y heterosexuales, sobre todo profesionales
y cuadros superiores", respondió la estilista, que cobra 18 euros por
recortar la barba, 27 por esculpirla y 7 por una depilación de pómulos o de los
orificios nasales. (AFP)
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