Investigamos
por qué cada verano vestimos este icono de la moda francesa.
Cada
vez que se acerca el verano, vemos en infinidad de revistas, catálogos y
escaparates la camiseta de rayas. De manga corta, larga, con cuello redondo o
en V, con botones en un hombro o sin ellos… Las posibilidades de este básico
veraniego son infinitas y seguramente los ha salvado ne más de un apuro a la
hora de vestirse durante estos calurosos meses. Pero ¿de dónde viene? ¿Por qué
la vestimos? ¿La utilizamos porque es muy fresquita y nos recuerda al ambiente
marinero o nos la ponemos simplemente porque es bonita? ¿Quién nos ha impuesto
esta moda? Viajamos en el tiempo para resolver todas las dudas.
Los
primeros datos sobre el jersey de rayas, que no es camisa marinera, aparecen en
las litografías de los pescadores del Canal de la Mancha a principios del siglo
XIX. Aunque resulte extraño, muchas teorías apuntan a que esta prenda de punto
se concibió como pieza de vestimenta interior, una capa extra que caía hasta
mitad del muslo y que los marineros añadían sobre el mono de lana que
utilizaban como ropa interior (el primer short no llegó hasta la década de los
30 y el primer slip hasta 1935).
Entonces,
¿realmente estamos mostrando hoy en día la ropa interior que llevaban a
principios del siglo XIX? La historia no es del todo así. En 1858, durante el
Segundo Imperio francés, un decreto publicado en el Boletín Oficial de la
Armada estableció cuál sería el uniforme oficial de los marineros: un pantalón
de pata ancha, una camisa blanca con cuellos azules, un abrigo corto de lana y
un jersey de rayas que permitiría visualizar y localizar mejor a los marineros
en maniobras en alta mar.
Además,
este decreto especificaba el número de rayas (de cada color, 21 en el pecho y
entre 14 y 15 en las mangas) y el grosor que éstas debían tener (20mm para las
blancas y 10mm para las azules). Si es un uniforme, todos tenían que ir igual,
y uno de los primeros encargados en crear esta pieza fue la compañía
Saint-James, una empresa establecida en la Baja Normandía. Su diseño, sin
botones ni cuerdas para evitar cualquier tipo de enganche durante las
maniobras, podría ser considerado el germen de lo que ha llegado a nuestros
días.
Y
así se mantuvo hasta 1917, cuando Gabrielle Chanel llegó a Deauville -donde
abrió su segunda tienda- y decidió vestir con el uniforme de los marineros que
faenaban en sus costas. Una apuesta arriesgada para la época la de utilizar la
vestimenta de trabajo masculina como atuendo de la nueva mujer burguesa.
Delphine
Allanic, comisario de la exposición ‘Los marineros, fuente de la moda’
celebrada en 2009 en el Museo de la Marina de Francia, matiza esta cuestión:
"Era la creadora más conocida de la época, por lo que es quien lo pone de
moda, pero desde el siglo XIX los modistos han utilizado elementos del uniforme
marinero, como los cuellos azul marino. Cuando Gabrielle Chanel llega a
Deauville, toma lo que ya estaba hecho, pero de forma más fluida”.
Sin
embargo, aunque la modista francesa adoraba el estilo marinero, no fue ella la
que lo integró en sus colecciones. Es decir, Chanel se convirtió en la gran abanderada
del estilo navy de principios del siglo XX, una revolucionaria trendsetter de
su época, pero quien realmente manipula el estampado a rayas por primera vez en
una colección de Alta Costura es Yves Saint Laurent. Fue en 1966, en su
colección ‘Matelot’ (Marinero), en la que propuso vestidos de rayas repletos de
paillettes.
A
lo largo del siglo XX, grandes figuras de las artes, la cultura, el cine y las
ciencias, como Pablo Picasso, Andy Warhol, Brigitte Bardot o Jean Cocteau,
encumbraron esta camiseta al nivel de icono de la moda francesa llevándola en
numerosas ocasiones. A partir de entonces, volvió a la pasarela con Jean Paul
Gaultier, quien retomará el estampado rayado en su primer desfile en 1978 y,
posteriormente en 1983, lo utilizará para desarrollar toda la colección
masculina (‘Boy Toy) –incluso él mismo salió a saludar vestido como un
marinero-, convirtiéndolo así en una seña de identidad que lo acompañará
durante toda su carrera.
Y
así ha llegado hasta nuestros días, siendo reinventada año tras año por
diferentes diseñadores, inundando las tiendas de mass market y convirtiéndose
en un básico de nuestro armario veraniego haciéndonos creer que somos
advenedizos marineros de la Armada Francesa del siglo XIX.
En Factor A estamos a la moda, ven por tu franela a rayas y luce genial estas vacaciones
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